Columnas

El nuevo Silicon Valley de América Latina

Este país podría convertirse en un centro estratégico para el empaquetado y la prueba de microchips fuera de Asia.
Torre de Oracle, en Silicon Valley pixabay

Por Germán Lohr Granich

Costa Rica, un país de 51 mil km2 con 5.3 millones de habitantes, de los cuales el 40% son jóvenes y considerado una democracia estable, podría convertirse en el nuevo Silicon Valley.

Al menos eso se anuncia en un periódico como el New York Times recientemente gracias a la preocupación de los estadounidenses en su conflicto con China y como telón de fondo, la dependencia de los microchips.

Se sabe que más del 40% de los microchips que utiliza el departamento de defensa para su sistema de armamento e infraestructura depende de proveedores chinos, amén de que Taiwán provee más del 90% y está en conflicto permanente con China.

He ahí una de las principales razones de que Costa Rica podría convertirse en un centro estratégico para el empaquetado y la prueba de microchips fuera de Asia, Lo cual no deja de ser buenas noticias para los ticos.

De exportadores de plátanos y café ya están exportando más dispositivos médicos en su balanza de pagos, a la par que su Gobierno adoptó el lema, de que los que inviertan no tendrán que enfrentarse a la burocracia como en otros tantos países.

Más incentivos fiscales, reformas regulatorias y una red operada con 99% de energías renovables, baratas y limpias son el nuevo mantra para salir del subdesarrollo en las próximas décadas, ni duda cabe una buena coyuntura.

Y es que la pregunta que nos llevamos haciendo durante décadas ha sido el ¿Por qué la América Latina no sale de su gran letargo económico?, a que se deben las bajas tasas de crecimiento del PIB.

Razones las hay, ligadas todas al bajo crecimiento, ahora conocidas como los 4 síndromes que nos frenan. Empezando de lo general a lo particular destaco la endémica inestabilidad macroeconómica.

En esta sobresalen países como Argentina, Venezuela, Ecuador, aunque hay otros más estables como México, Chile, Colombia y Uruguay que a pesar de serlo padecen el segundo síndrome relacionado con las fallas del mercado y los malos gobiernos.

Nuestro país, vive además el tercer síndrome ligado a la asignación inadecuada de la productividad y para muestra las inviables, costosas y poco rentables obras faraónicas de la 4T.

Si sumamos el deterioro institucional, la inseguridad, la carencia de un estado de derecho y las disparidades regionales, pues logramos el coctel perfecto para no crecer como se debe.

Nos falta añadir un cuarto síndrome ahora relacionado con el déficit presupuestal, los altos tipos de interés reales, el bajo ahorro nacional y por si fuera poco las crecientes pensiones que empiezan a cobrar factura de aquí pal real.

Pero bueno, volviendo a Costa Rica, el apostar al gran reacomodo de las cadenas de suministro como la clave que permita mejorar la infraestructura, el financiamiento y la capacitación de la fuerza laboral no suena nada mal.

Qué bueno que exista un interés gubernamental y presupuestal por potenciar la coyuntura actual al incorporar en los bachilleratos técnicos la inteligencia artificial en los planes de estudios, no se diga los idiomas.

Lo anterior les va a permitir disminuir sus altas tasas de desempleo de jóvenes con salarios medios bajos, solo espero que del plato a la boca no se caiga la sopa.

En lo que a nosotros concierne, léase las autoridades de los tres órdenes de gobierno, ojalá más pronto que después y sin dormirnos en nuestros laureles cambiemos la agenda nacional por una más propositiva, echando como bien se dice, toda la carne al asador.

HE DIXI.