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Papá, ¿vamos a morir hoy?

Los testimonios de periodistas que sin desearlo se han convertido en la noticia, están teniendo un profundo impacto en las redes sociales.

Una mujer palestina y su hijo, en el interior de una casa bombardeada en Gaza.
Una mujer palestina y su hijo, en el interior de una casa bombardeada en Gaza. Imagen tomada por el fotógrafo palestino Ali Jadallah.

por Manuel Valenzuela

11/12/2023 09:23 / Uniradio Informa / Columnas / Actualizado al 11/12/2023

Manuel Valenzuela V.

En el contexto de la irracionalidad que se está viviendo en la Franja de Gaza a la vista de todo el mundo, me llamó poderosamente la atención una nota de la periodista Natalia Junquera en El País, en su edición del pasado viernes 8 de diciembre. En su espacio Anatomía de Twitter, donde normalmente publica mensajes relevantes de la ahora red X, en este caso recoge el testimonio de varios periodistas, todos ellos corresponsales internacionales de grandes cadenas como la CNN de Estados Unidos, la BBC de Londres y Al Jazeera de Catar. Reproduzco de manera resumida parte de los mensajes:

La conocida periodista de CNN, Christine Amanpour, publica: "Terrible noticias sobre la familia de nuestro colega Ibrahim Dahman: al menos nueve de sus parientes han sido asesinados." Ibrahim es palestino y reportero en activo de CNN. Amanpour enlaza un video donde se cuenta la historia platicada por el propio reportero donde muestra su huida de Gaza, en medio de bombas, acompañado por sus dos niños, de 11 y 7 años. En una parte dice "Soy periodista y nunca me imaginé que iba a ser parte de la noticia (...) todos los días mi hijo menor me pregunta: papá, ¿vamos a morir hoy? (...)".

 Adnan El-Bursh, reportero palestino que trabaja para la cadena BBC vive un dilema, cuenta Junquera y reproduce el texto del reportero: "Siempre he estado orgulloso de ser periodista, pero mis opciones se están agotando: ¿debería de ir a Rafah (la puerta de salida hacia Egipto), seguir trabajando y esperar a que mi familia esté bien, o debería volver con ellos, dejar de informar y, si pasa lo peor, al menos morir juntos?"  

Monin AlSafarafi, periodista de la cadena Al Jazeera, informa en directo de la muerte de su padre, su madre y sus hermanos en un ataque israelí a un campo de refugiados en Jabelia. "No podemos enterrarlos con dignidad" dice emocionado mirando a la cámara, según lo reproduce Junquera.

Alí Jadallah, fotógrafo que trabaja para la agencia de noticias de Turquía Anadolu, publica imágenes de las piernas de una niña cuyo cadáver ha sido recuperado de entre los escombros de su casa bombardeada; del caos de los hospitales donde pequeños y adultos mueren en el suelo frío porque no hay camas para tantos. La revista Time ha incluido su trabajo en las "Imágenes del año". "He perdido dos casas, cinco familiares (...). Siempre he estado detrás de la cámara, pero hoy yo soy la noticia. Perder a mi padre y mis parientes me ha roto el corazón y nos ha dejado sin hogar. Cada foto que hago cuenta una historia. Compártanlas. Cuéntenle al mundo lo que está sucediendo en Gaza.

Los testimonios directos de periodistas que sin desearlo se han convertido en la noticia están teniendo un profundo impacto en las redes sociales y en las sociedades de los países donde transmiten las cadenas noticiosas a las que pertenecen, pero la dolorosa verdad es que es lo que pasa todos los días a muchísima gente que no tiene voz. 

Cuesta trabajo imaginar cómo el gobierno de un pueblo que sufrió tanto durante el nazismo y fue objeto del más horrible genocidio, pueda ahora intentar justificar la masacre de civiles y el enorme sufrimiento al que están sometiendo a inocentes, ¿no habrá otra forma de intentar castigar a los terroristas de Hamás? Me pregunto si la población israelí sabe exactamente lo que está pasando en la Franja de Gaza y si aún así justifican y apoyan al gobierno en estas acciones.

La verdad es que la situación en la Franja de Gaza ha llegado a un punto que parece insostenible, incluso para los Estados Unidos que apoya sin reservas a Israel. Las escenas que nos muestran las cadenas internacionales de televisión como CNN son verdaderamente impactantes: gente desplazada, personas heridas, cadáveres apilados, hospitales rebasados y sin luz, agua, medicinas, equipo; gente sin nada que comer, ni agua para beber, salvo lo poco que Israel permite que la ayuda humanitaria de Naciones Unidas introduzca en la Franja cada día. Los muertos suman ya las 17 mil personas, un tercio de los cuales son niños, y se informa que al menos el 50 por ciento de las viviendas han sido destruidas o dañadas seriamente.

Lo más triste del asunto es que del total de la gente que sufre esta situación son totalmente inocentes, son mujeres, niños y adultos mayores que no pertenecen a Hamás, y que nada tienen que ver con la masacre de israelíes que realizó este grupo terrorista el pasado 7 de octubre. Son civiles que están siendo bombardeados y asesinados por un ejército profesional de un país miembro de la UNU. 

Las violaciones de Israel al derecho internacional por el bombardeo de civiles son evidentes, al grado de que el secretario general de la ONU, Antonio Guterrez, invocó al artículo 99 de la Carta de la UNU, para llamar a un alto al fuego inmediato, a pesar de que el Consejo de Seguridad no lo ha aprobado debido al bloqueo ejercido por los Estados Unidos. Israel se ha lanzado contra Guterrez pidiendo su destitución por supuestamente apoyar a Hamás cuando simplemente está respondiendo al mandato de la ONU.

Esperemos que pronto se encuentre la manera de lograr un alto al fuego, recuperar a los rehenes que aún tiene Hamás en su poder, buscar otra forma de castigar los crímenes de los terroristas y de que los palestinos desplazados regresen a sus casas, las que aún se conservan, y acordar un plan internacional para reconstruir la Franja de Gaza, ahora casi reducida a escombros. Castigar a Netanyahu por su responsabilidad en la masacre de civiles no debe quedar fuera de la solución.