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Si más adultos pudieran abrazar a sus niños internos y dejarlos soñar, menos miedos y más libertad creativa tendríamos en el futuro.

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por Ingeniería, soluciones para un mundo complejo Cetys

13/03/2024 16:18 / Uniradio Informa / Columnas / Actualizado al 05/04/2024

Por Mtro. Nicolas Augusto Blanco Hernandez

BAJA CALIFORNIA.- Es Barbie la hoja en blanco para que los niños proyecten en ella sus sueños o es el muro para que los adultos anclen sus frustraciones, miedos e inseguridades. Si más adultos pudieran abrazar a sus niños internos y dejarlos soñar, menos miedos y más libertad creativa tendríamos en el futuro.

Barbie nos enseñó a soñar en la posibilidad de crear. Barbie, el ícono, ha tenido más facetas que solo la imagen de la escultural rubia bronceada de Malibú, que la fashionista empedernida y esclava de la alta costura o la de socialité frívola y superficial que dedica su vida a cultivar su belleza física.

De hecho, Barbie nunca ha sido ninguna de esas cosas, ni ha promovido directamente ninguna de esas facetas. En realidad, han sido los adultos de cada época quienes han proyectado sus fantasmas y, en más de una ocasión, ideas perversas y maniqueas alrededor de la muñeca.

Ruth Handler fue la empresaria estadounidense responsable de forjar los casi 30 centímetros de plástico que se convertirían en el juguete, en un inicio exclusivamente femenino, para que niñas y niños tuvieran un espacio donde aprender a soñar con una vida adulta lejos de los convencionalismos más atávicos.

Si bien es verdad que Barbara Millicent Roberts ha sido tachada de retrasar el feminismo, imponer una figura femenina idealizada y utópica y crear un estigma sobre la participación femenina en el mundo masculino, no ha sido Ruth, ni Mattel los directamente responsables de que miles de infancias continúen replicando ese discurso.

Poco se habla de la Barbie profesionista que ha incursionado en más de 250 carreras, algunas de ellas dominadas por los hombres; tampoco se habla de la afrenta al estatus quo por ser Barbie una mujer soltera autosuficiente con un carro y un departamento a su nombre; ni mucho menos se habla de "las Barbies" y la representación de inclusión y diversidad que actualmente predomina en la oferta que Mattel ofrece en el mercado.

No es un secreto que Barbie representa un ícono de la sociedad estadounidense y un ideal de la modernidad americana, por lo que es correcto pensar que Barbie ha sido también un espejo que ha mostrado muchas caras, algunas de ellas más difíciles de ver que otras. Si Barbie ha sido misógina, racista o banal, qué dice de la sociedad que la rodea. Es más fácil tomar de escudo la figura creada como un canvas blanco y arrojar en ella los prejuicios y manchas que aquejan nuestra consciencia y moral antes que hacerles frente en el diván.

Barbie es y no el molde perfecto para la cambiante moral de la época. Es el termómetro social por el que valores que creíamos transmutados siguen dejando ver su velo y nos recuerdan constantemente lo mucho que aún falta por cambiar.

El docente da clases de fotografía digital en la Escuela de Ingeniería de CETYS Universidad Campus Tijuana.
 

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